¿Por qué el mundo olvida la lucha LGBTI en latinoamérica?
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Imágen Pixabay
Los activistas internacionales LGBTI no hablan sobre Latinoamérica. La región alberga 625 millones de personas y es ignorada continuamente en conferencias y reportes sobre orientación sexual e identidad de género.
Para ser justos, la región está bien, dentro de lo que cabe. Comparada con otras regiones del mundo, como por ejemplo África y el sur de Asia, la mayoría de países latinos parecen estar bien respecto al reconocimiento de libertades y derechos para lesbianas, homosexuales, bisexuales y personas transgénero. El matrimonio igualitario está reconocido en México, Uruguay, Argentina, Brasil y Colombia. Argentina tiene uno de los sistemas jurídicos más avanzados de la región para estas minorías. En cada verano miles de hombres y mujeres llenan las calles de las grandes ciudades en los desfiles del orgullo.
Detrás de estos datos positivos subyacen otra realidad, en Brasil cada 25 horas es asesinada una persona en razón de su preferencia sexual, México tuvo cerca de 1000 asesinatos por razones de homofobia en tan solo dos décadas, y la región tiene cuatro de los cinco países con más asesinatos de personas con orientación sexual o identidad diversa.
En prácticamente los 33 países de la región tienen altos índices de homofobia y transfobia, y en algunos como Barbados, Jamaica, Dominica y Granada esa discriminación es impulsada por el estado, y en los demás encontramos actitudes contrarias a los derechos LGBT de parte de agentes de policía, jueces, políticos y servidores públicos.
Los defensores LGBTI deben luchar solos, con recursos limitados ya que las multinacionales y las ONG normalmente se enfocan en las luchas en África y el sureste asiático, también el idioma limita la ayuda que estos grupos puedan encontrar en Europa o Estados Unidos ya que muchas veces no cuentan con personas que hablen inglés o portugués.
Las organizaciones regionales también están en deuda de esa protección, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tiene un solo miembro con orientación sexual diversa, a veces dos si ese miembro recibe un pasante, e incluso en ese caso, una sola persona debe representar la realidad LGBTI tan distinta en los 35 países de la región que incluye a Estados Unidos y Canadá.
Mientras que eso ocurre, organizaciones conservadoras reciben muchos más recursos y organizan ataques en toda la región. En los últimos tres años, lograron detener una reforma presidencial que buscaba reconocer el matrimonio igualitario a lo largo y ancho de la República Mexicana, lograron eliminar del congreso peruano una propuesta de inclusión LGBTI, y más recientemente han usado campañas para defender la “familia tradicional” y detener la “ideología de género” en Ecuador, Chile y Uruguay, en Brasil un juez determinó que se permitían las terapias de conversión, echando para atrás una prohibición de varios años en el país y en Chile el proyecto de ley del matrimonio igualitario ha sido hundido en el congreso varias veces.
Latinoamérica es la punta del iceberg, el progreso significativo que ha logrado durante la última década se puede ver eliminado si se duerme en su lucha. Los defensores LGBTI trabajan duro para evitar esa pérdida de derechos pero no lo pueden hacer solos. Ellos tienen el ánimo, la inspiración y el deseo pero les falta la ayuda profesional y financiera para seguir en esa lucha.
El momento es ahora, en enero de 2018 la Corte Interamericana de Derechos Humanos publicó un concepto sobre el matrimonio igualitario y el reconcomiendo legal de la identidad sexual diversa bajo el mandato de la Convención Americana de Derechos Humanos.
El movimiento internacional LGBTI debe apoyar a la región y construir una red de ayuda mutua con recursos y estrategias que eviten esos pasos hacia atrás en la lucha de la comunidad, tenemos que empezar a cuidar Latinoamérica y dejar de creer que estos avances son suficientes, hay mucho que hacer aun y hay que hacerlo antes de que sea demasiado tarde.
Articulo traducido por Fabián Cardona para Revista Machio.
Tomado de: Advocate